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lunes, 17 de septiembre de 2012

Filba

Evocaciones a Gombrowicz y Fogwill en el arranque del Filba

Ricardo Piglia se refirió al autor polaco y Lito Cruz interpretó un texto del argentino.

POR Julián López

“A mediados del siglo XX el castellano era una lengua menor en la circulación cultural y Witold Gombrowicz tenía muy claros esos efectos retrasados, esos desvíos y esa marcha lenta. Pero tuvo mucho que agradecerle a nuestra lengua. En principio a la lectura de Ferdydurke en castellano que hace Francois Bondy, el primer gran difusor de su obra en Francia. Era una novela escrita originalmente en polaco y que fue traducida al castellano desde el francés, que el mismo Gombrowicz les leía a sus amigos traductores en el café Rex de Buenos Aires. ¿Cómo le llegó ese libro editado en una pequeña editorial de Buenos Aires a Bondy en París? Es una intriga. Los libros recorren grandes distancias, hay una cuestión geográfica en la circulación de la literatura, mapas, fronteras, rutas que lleva tiempo recorrer. Quizá algo de la calidad de los textos tiene que ver con esa lentitud para llegar a destino”.
Con una intervención acerca de la lengua escrita, en la que abordó la noción de musicalidad en la traducción y leyó parte de su trabajo centrado en la figura del mítico escritor Witold Gombrowicz, Ricardo Piglia abrió el miércoles por la noche la cuarta edición del Filba, el Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires.
En el auditorio del Malba,para escuchar a Piglia, sólo había escritores, editores, medios invitados y todos los implicados con la realización del encuentro que sigue hasta el domingo en una decena de sedes que incluyen la Biblioteca Nacional y la Fundación Proa.
En el hall del museo, minutos antes de que empezara la charla, podían escucharse tonadas diversas del castellano: las zetas ibéricas y la notable musicalidad azteca hacían que resultara evidente que se cumplía el objetivo de encuentro de este cada vez más ambicioso evento porteño.
Luego de unas breves palabras de Patricio Zunini, coordinador general del festival, el encargado de exponer los logros de las ediciones anteriores y el crecimiento de los objetivos actuales fue Pablo Braun, presidente de la Fundación Filba, quien destacó que “este año la literatura homenajeada será la de México, una de las más influyentes del continente por sus autores y su industria editorial”.
Después, el actor Lito Cruz interpretó un texto de Enrique Fogwill; desgranó la tristeza y la vitalidad de las páginas de Help a él y confirmó la fascinación del público por el escritor fallecido hace dos años.
Luego de saludar especialmente la presencia de la escritora mexicana Margo Glantz y del escritor y cineasta colombiano Fernando Vallejo, Piglia habló durante treinta minutos sobre la relación entre música y literatura y la noción de interpretación. “Interpretar un relato es contarlo de vuelta” –sostuvo– y entró en los pormenores de su texto sobre el escritor polaco. El aplauso del público coronó el cierre de su charla cuando Piglia contó una escena entre el poeta Carlos Mastronardi y Gombrowicz: “Se encontraban en El Querandí, un bar de Buenos Aires, y cuando llegaba Mastronardi, uno de los grandes poetas argentinos, un hombre muy discreto y sutil, decía: ‘Buenas tardes, Gombrowicz’. ‘Calma, Mastronardi’, replicaba el polaco porque consideraba que sus ‘buenas tardes’ eran un exceso de sentimentalismo latinoamericano”. Entre las risas generales Piglia remató: “Después, nosotros usábamos ese ‘calma Mastronardi’ como una especie de remedio para las pasiones desatadas de la Argentina”. El “calma”, explica, con un sentido político.
Entonces mira al público, hablando de literatura y viviendo en estos tiempos y dice: “Calma, Mastronardi”. Y se entiende.

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