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jueves, 29 de abril de 2010

Kjartan Floegstad, novelista noruego

“Los escritores de mi país me aburren”

Desconocido en la Argentina y popular en los países nórdicos, este escritor escandinavo visitó la Feria del Libro y habló con Crítica de la Argentina sobre su pasión por Latinoamérica.

Latinos en Escandinavia. El noruego Kjartan Floegstad escribió una novela con un chileno de protagonista. La debilidad de este escritor y traductor es la literatura latinoamericana.
Un magnífico noruego visitó quince días Argentina. Es el escritor Kjartan Floegstad, espigado europeo compuesto de 187 centímetros, bigote rubio y que ha escrito más de veinte libros. El señor Floegstad se paseó tranquilamente por la ciudad, pues, hasta el momento, este autor, muy célebre en Oslo y ganador de varios premios árticos, no es conocido en el continente: todas sus novelas han sido escritas en un perfecto noruego. Pero Kjartan Floegstad, nacido en 1944, vino a solucionar su anonimato y viajó con la misión de promocionar uno de sus trabajos, la novela Paraíso en la tierra (Lengua de Trapo), recién publicada en español.

“Se trata del chileno Pepe Andersen”, dijo Kjartan, un noruego que habla castellano. “Pepe Andersen vive en el desierto chileno”, siguió explicando, sin percatarse del sobresalto literario que podía producir en su oyente. Es común que un noruego escriba una novela imaginando otros países, pero Kjartan volteó el concepto: escribió la historia de un chileno, hijo de un noruego, que vive pensando cómo serán los noruegos. Entonces el personaje resuelve viajar al país de su padre e investigar sus orígenes. “Elegí un personaje chileno porque, además de que la historia es real, tengo una relación muy cercana con Chile”, confesó, sentado en un bar de Palermo.

En su juventud, Kjartan fue marinero y, a bordo de un barco, se dedicó a engrasar las máquinas mientras viajaba por el mundo. Conoció Sudamérica, el Caribe y los mares del norte. Ya en esos días había empezado a leer las novelas de García Márquez y de Cortázar. Su interés por el idioma español, esa lengua que los nórdicos vinculan a lo mágico, había comenzado. Luego, en el auge del socialismo verídico de principios de los setenta, Kjartan realizó un viaje a Chile ejerciendo el turismo ideológico. Y más tarde, se radicó una temporada en Lota, el sur chileno, y escribió un libro en torno a la debacle de la minería. El resultado de todas estas travesías es que, después de tantos años, Kjartan Floegstad actualmente es ese alto noruego que ama Chile, ama Argentina, Sudamérica, el boom latinoamericano y, sobre todas las cosas, el idioma español.

–¿Por qué le atrajeron tanto los escritores sudamericanos, Kjartan?

–Porque leyendo a esos escritores me di cuenta de todas las posibilidades que tenía la narrativa. Los escritores de Noruega me aburrían. Escribían más que nada realismo psicológico o realismo socialista. Leyendo a los sudamericanos pude salir de eso.

Kjartan, eso sí, piensa que en el mundo no sólo existe la magia tropical de Macondo. La magia pertenece al mundo entero y en Noruega, por ejemplo, Kjartan piensa que hay magia con nieve. Por eso este escritor inventó un género literario que él parece liderar: el realismo ártico, presente en muchas de sus obras y que, se supone, en su esencia consta de hielo poético.

Su latinoadicción es tan intensa que Kjartan tradujo al noruego poemas de Neruda e incluso la letra de “Naranjo en flor”. También se había enamorado del tango.

–¿Qué tiene el idioma español que no tiene el noruego?

–El subjuntivo no lo tenemos –confesó con nostalgia– y el subjuntivo es muy hermoso, siempre sale en las letras de boleros: “Si me quisieras”, “si me vas a recordar”.

–¿Y cómo siente que ven a los noruegos en esta parte del planeta?

–Es posible que piensen en algo parecido al título de la novela, Paraíso en la tierra.

–¿Y es Noruega el paraíso en la tierra?

–Quizás, socialmente, es una aproximación al paraíso en la tierra por la riqueza del país, por el nivel de vida, por el bienestar. Pero no es el paraíso.

Cuando en 1970 se descubrió petróleo en Noruega, el país, hasta ese momento uno de los más pobres de Europa, cambió su estilo monetario. La sociedad se enriqueció bruscamente. Hoy un sueldo promedio en Noruega alcanza los 25 mil pesos argentinos (y todo indica que sí es el paraíso). Pero Kjartan es más poético e insiste en valorar la riqueza humana de Sudamérica, el intercambio humano, los bares llenos de gritos. Ocurre que su país es callado, claro que menos callado que los suecos y mucho menos que los finlandeses, el punto extremo del silencio. Kjartan dictó un chiste finlandés.

–Tres finlandeses entran a un bar y toman cervezas por tres horas sin hablar. De pronto uno dice: “Eh, Slatan…”. Y se quedan en silencio. Pasan tres horas más y otro dice: “¿Venimos a tomar o a conversar?”. Eso es Finlandia –afirmó entre risas.

En su visita de promoción a Argentina, Kjartan, que entre otras cosas aprovechó para disertar de literatura nórdica en la Feria del Libro, derribó un mito: las escandinavas no son degeneradas. Y confirmó otros: cuando el invierno es crudo, él va a comprar el pan en esquíes y, además, todos los noruegos son altos. Sin embargo, lo importante es que ha ingresado un nuevo escritor al país. Y esta vez, sin duda alguna, nos ha visitado un grande.

viernes, 2 de abril de 2010

WALTER BENJAMÍN